¿Verdaderas fortalezas?
Sí, verdaderas.
Porque tus fortalezas rara vez son esas que les comentaban a tus padres tus profesores en el colegio.
Tampoco tienen por qué ser las que tus jefes te dicen en tus evaluaciones anuales de desempeño.
Ni tan si siquiera las que sueles enumerar cuando alguien te pregunta por ellas.
Entonces, ¿cómo puedes descubrir tus verdaderas fortalezas?
Vamos a descubrirlo.
Habilidades vs fortalezas
Es muy probable que tus profesores en su momento y tus jefes actualmente se refieran a tus habilidades en vez de a tus fortalezas.
¿Y tú? Haz la prueba.
– Piensa en cuáles son tus principales habilidades.
¿Lo tienes?
– Ahora piensa en cuáles son tus principales fortalezas.
¿Eres capaz de distinguir claramente entre tus habilidades y tus fortalezas?
La RAE define estos 2 términos de la siguiente forma:
- Habilidad: capacidad y disposición para algo. O en otra de sus acepciones, cada una de las cosas que una persona ejecuta con gracia y destreza.
- Fortaleza: fuerza y vigor.
La definición de habilidad parece bastante clara.
Sin embargo, fíjate en la definición de fortaleza.
¿Qué tiene que ver esa definición con lo que entendemos hoy en día por fortalezas?
Pues como veremos a continuación, tiene que ver todo.
Conocer tus habilidades
Antes de descubrir tus verdaderas fortalezas, empieza por conocer tus habilidades.
Piensa en todas aquellas cosas que se te da bien hacer.
Quizá hayas podido adquirir habilidades por el simple hecho de repetir una misma acción muchas veces, es decir, a través de la práctica.
Esto es lo que ocurre generalmente con los deportistas que mejoran sus golpes, sus figuras o sus posiciones través de la práctica. Horas y horas de clases y de entrenamientos a través de los que adquieren determinadas habilidades.
Pero seguro que también te ha ocurrido a ti en tus estudios o en tu desempeño profesional. Has adquirido la habilidad de hacer presentaciones, la habilidad de analizar balances o la habilidad de negociar con clientes y proveedores.
También puedes tener habilidades de las llamadas innatas. Es decir, todo aquello que se te da bien hacer de forma natural, desde siempre, sin haber tenido que dedicarle especial esfuerzo o empeño.
Volviendo al símil del deporte, la complexión física de muchos atletas hace que sean hábiles en aspectos como, por ejemplo, la velocidad, los saltos o los lanzamientos.
En tu caso, y de forma innata, es posible que seas hábil realizando cálculos mentales, analizando textos o conectando con las emociones de los demás.
Ahora bien, ¿son esas tus fortalezas? Seguramente no y, desde luego, no tienen por qué serlo.
Descubrir tus verdaderas fortalezas
Tus verdaderas fortalezas son todas aquellas actividades que, además de que se te dan bien y las realizas con destreza, las disfrutas haciendo y te llenan de fuerza, energía y satisfacción.
Cuando estás poniendo en práctica tus verdaderas fortalezas, te parece que el tiempo vuela, te sientes motivado, sientes que puedes lograr lo que te propongas y sabes que lo conseguirás.
Volviendo a la definición de fortaleza de la RAE: fuerza y vigor.
Para descubrir tus verdaderas fortalezas solo tienes que seguir estos 4 sencillos pasos:
- Piensa en los mayores logros de tu vida, aquellos de los que estás más satisfecho y te hicieron sentir mejor.
- Para cada uno de ellos, haz una lista de todas aquellas habilidades que tuviste que poner en práctica para conseguirlos, tanto habilidades técnicas (hard skills) como personales o interpersonales (soft skills).
- Una vez que hayas completado el punto anterior para cada uno de tus logros, identifica y pon por escrito todas aquellas habilidades que se repiten entre tus distintos logros.
- Por último, lee atentamente el listado y señala todas aquellas habilidades que realmente disfrutas realizando, esas que hacen que te sientas bien, que te motivan y te dan energía.
Esto es todo.
Cuando completes los 4 pasos anteriores, habrás conseguido descubrir tus verdaderas fortalezas.
Practicar tus fortalezas cada día y mejorar tu vida
Si tus fortalezas son todo aquello que te gusta hacer, que se te da bien, que hace que te sientas motivado y satisfecho y que, además, te da fuerza y energía, solo tienes que conseguir ponerlas en práctica y conseguirás mejorar tu vida.
“El secreto del éxito no radica en fortalecer nuestras debilidades sino en potenciar nuestras fortalezas”.
David Fischman
¿Y qué puedes hacer para ponerlas en práctica?
Pues esto depende del contexto en el que te encuentres, de tus circunstancias particulares en cada momento y de tus fortalezas. Pero en general, se trata de que consigas lo siguiente:
- En cada cosa que hagas, intenta poner siempre en práctica al menos una de tus fortalezas. Esto es más viable con las llamadas habilidades sociales o interpersonales, porque todos en mayor o menor medida nos relacionamos a diario con otras personas.
Por ejemplo, si tu fortaleza es la sociabilidad, la colaboración o el trabajo en equipo, sin duda es algo que podrías poner en práctica casi continuamente en tu relación con los demás.
- Al menos una vez al día, dedica una parte de tu tiempo a poner en práctica alguna de tus fortalezas técnicas o personales.
Por ejemplo, si tu fortaleza es el pensamiento crítico, la resolución de problemas o la organización y la planificación, intenta dedicar un rato cada día a actividades en las que puedas ponerlas en práctica. Si lo haces a primera hora, te dará el ánimo y la energía que necesitas para empezar el día con buen pie.
- Al menos una vez a la semana, dedica una mañana o una tarde a alguna de tus fortalezas más técnicas o mecánicas.
Por ejemplo, si tu fortaleza es tu destreza con las actividades manuales, reserva un tiempo cada semana para realizar alguna tarea de bricolaje en casa, con tu coche o con algún amigo. También funciona con habilidades como los idiomas o el manejo de ordenadores, por ejemplo.
- A más largo plazo, la clave es que consigas redirigir tu vida tanto a nivel personal como profesional, de forma que cada vez puedas poner en práctica el mayor número de tus fortalezas durante más tiempo.
Por ejemplo, piensa en cosas como qué tipo de ciudades, casas o espacios físicos, en general, facilitarían que pudieses dedicar más horas a tus fortalezas, qué puestos de trabajo te permitirían poner en práctica mayor número de ellas o en qué entorno familiar y social podrías conseguirlo en mayor medida.
¿Quieres descubrir tus verdaderas fortalezas y vivir mejor?
Ten siempre presente que habilidades y fortalezas no son lo mismo.
No le preguntes a nadie cuáles son sus verdaderas fortalezas y no te limites a repetir aquello que siempre te han dicho que se te da bien.
Busca en tu interior y revive tus experiencias vitales más importantes.
Identifica lo que más te motivaba, lo que más disfrutabas haciendo, aquello en lo que crees que tu esfuerzo se vio más recompensado. Esas situaciones en las que pensaste “cuánto me ha costado, pero ha merecido la pena”.
Analiza tu día a día actual y date cuenta de qué actividades son las que mejoran tu día y te llenan de energía.
Y, lo más importante, pon en práctica tus verdaderas fortalezas a diario.
Cuantas más veces, mejor. Cuanto más tiempo, mejor.
¿Y si te vuelves a preguntar ahora cuáles son tus principales habilidades y tus principales fortalezas?
Haz la prueba contigo o con tu equipo y cuéntame qué tal te ha ido o qué dificultades encuentras.
Gracias y hasta pronto,
Cristina Iglesias
PD: Hay mucho más sobre el debilidades y fortalezas que te iré contando en próximas entradas. Por ejemplo, cómo apoyarte en tus fortalezas para desarrollar tus debilidades. Entre tanto, si te ha gustado esta entrada y quieres saber más, te recomiendo el libro La auténtica felicidad, de Martin E. P. Seligman sobre el que puedes encontrar mucha más información aquí. También te animo a escribirnos. Estaremos encantados de escucharte, resolver tus dudas y contarte todo lo que quieras saber.
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